Lumbalgia o “lumbago” es un término que proviene prefijo latino lumbus (lomo) y del sufijo griego álgos (dolor). Es frecuente, pues el 80% de los adultos lo sufrirán a lo largo de la vida. Se trata de un síntoma y no de un diagnóstico, ya que las causas del dolor lumbar (Figura 1) son múltiples. 

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Figura 1: Dolor lumbar (área en rojo)?

El dolor lumbar tiene diversos orígenes. El más frecuente está en un plano profundo, en la propia región lumbar, que incluye cinco vértebras (figura 2) cuyos cuerpos están articulados a través de los discos intervertebrales y, por detrás, mediante las articulaciones interapofisarias. Entre cada dos vértebras surgen las raíces nerviosas lumbares, que van a transmitir los impulsos motores a los músculos de las extremidades inferiores al tiempo que conducen hacia la médula espinal los impulsos sensitivos. La irritación de esas raíces genera un dolor irradiado hacia muslo y pierna que puede alcanzar el pie y que se conoce como ciatalgia. Otras fuentes de dolor lumbar son las lesiones de los ligamentos y de los músculos situados a cada lado y por detrás de este segmento. La piel y las fibras nerviosas situadas bajo ésta también pueden causar dolor, pero de rasgos diferentes a las causas profundas. La mayoría de las lesiones que desencadenan dolor somático superficial, como quemaduras, heridas, e infecciones son fácilmente identificables por inspección y palpación, con la excepción del herpes zoster antes de la aparición de las vesículas hemorrágicas típicas. Estos tipos de lumbalgia deben diferenciarse del dolor visceral, esto es, del dolor originado en vísceras u órganos internos y que puede referirse o proyectarse en la región dorsal baja y región lumbar. Este es el caso de algunas enfermedades del colon, del páncreas, de los riñones (cólicos nefríticos) o de la arteria aorta (algunos aneurismas). 
 

dolor lumbar origen

Figura 2. Dolor lumbar. Disposición de las cinco vértebras lumbares, discos y las raíces nerviosas emergiendo por los agujeros de conjunción situados cada dos vértebras.

Para valorar correctamente a un paciente con lumbalgia, es fundamental recoger, entre otros datos, antecedentes de traumatismos, infecciones o tumores, la forma de aparición del dolor, su duración, los factores que lo exacerban o que lo alivian, el tipo de dolor y su localización. Esta debe seguirse de una exploración exhaustiva. Cuando las circunstancias así lo aconsejan, será necesario realizar estudios complementarios de imagen y análisis.

Es muy importante recordar que existen signos de “alarma” que deben poner en guardia al paciente y al médico sobre una causa potencialmente grave del dolor lumbar, destacando entre otros, la aparición de fiebre o escalofríos, pérdida de peso, dolor inflamatorio que empeora por la noche y con el reposo, así como la pérdida de fuerza y de sensibilidad en pies, piernas o muslos. Deberá ponerse especial diligencia en el estudio del dolor lumbar en presencia de antecedentes tumorales o infecciosos y cuando haya síntomas sistémicos.

Los análisis pueden mostrar elevación de la velocidad de sedimentación globular, de la proteína C reactiva o de otros reactantes de fase, que son parámetros de laboratorio que reflejan un proceso inflamatorio en curso, pero no son específicos de ninguno en concreto. En los dolores de tipo visceral los análisis y las pruebas de imagen se orientarán según el órgano potencialmente afectado.

Las radiografías óseas permiten apreciar la forma, textura, alineación de los cuerpos vertebrales y la distancia que los separa. Puede permitirnos confirmar trastornos de la alineación (escoliosis), desplazamientos de las vértebras (espondilolistesis), fracturas… Sin embargo, cuando el dolor lumbar es de larga evolución y se desencadena con determinadas posturas y movimientos, las radiografías simples proporcionan poca información positiva. Las tomografías computarizadas (TC) y la resonancia magnética proporcionan imágenes tridimensionales con buena definición anatómica, pero son más costosas. Además, la resonancia magnética no está disponible en todos los centros y conlleva un tiempo de exploración prolongado (alrededor de media hora). El médico que indica la realización de una TC o una resonancia lumbar debe justificar la sospecha clínica que motiva la solicitud y valorar los resultados en función de la anamnesis y de la exploración.

El tratamiento debe ser prescrito por el médico en función de las circunstancias del paciente y de la causa de la lumbalgia. Puede incluir medidas farmacológicas (analgésicos, relajantes musculares, antineuríticos, …) y no farmacológicas (fisioterapia, medidas ortésicas, higiene postural). Las indicaciones quirúrgicas son escasas, e incluyen las fracturas con inestabilidad vertebral, las compresiones de la médula o de las raíces lumbares que provocan pérdida significativa de fuerza y sensibilidad o dolor incoercible, tumores, etc.

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