¿QUÉ ES LA FIBROMIALGIA?

La Fibromialgia (FM) es una enfermedad de etiología desconocida cuyo síntoma cardinal es el dolor crónico generalizado que el paciente localiza en el aparato locomotor. Además del dolor, con frecuencia presentan otros síntomas, como fatiga intensa, alteraciones del sueño, parestesias en extremidades, depresión, ansiedad, rigidez articular, cefaleas, entre los más frecuentes.

Desde 1992, la Organización Mundial de la Salud considera la FM como un diagnóstico diferenciado y la clasifica entre los reumatismos de partes blandas; la FM es la causa más común de dolor osteomuscular generalizado.

En España, en el estudio EPISER 2000, una de las encuestas poblacionales más amplias publicadas, presentaban FM el 2,4% de la población española, con un claro predominio en mujeres (4,2% frente al 0,2% en hombres) y un pico de prevalencia entre 40 y 49 años.

Por tanto, es una enfermedad frecuente que se caracteriza por la existencia de muchos síntomas juntos al mismo tiempo.

¿Cómo se produce?

Se desconoce la causa de la fibromialgia.

No obstante, se han identificado diferentes factores que se asocian al riesgo de padecerla, siendo los principales:

a) El sexo: la gran mayoría de las personas con FM son mujeres, en una proporción aproximada de 9 mujeres por cada varón.

b) La agregación familiar, detectándose una mayor frecuencia de la misma entre los familiares de primer grado.

c) La presencia de otros síndromes de dolor regional crónico como la cefalea crónica, dolor lumbar crónico, dolor miofascial, dolor pélvico, colon irritable, etc.

d) La presencia de estrés emocional significativo. Aunque se desconoce si la presencia de trastornos o acontecimientos emocionales actúan como factores de riesgo, factores precipitantes y/o desencadenantes en el desarrollo o empeoramiento de la FM.

Las últimas investigaciones han encontrado que en la fibromialgia existe una alteración en los neurotransmisores, es decir, las sustancias que permiten la comunicación entre las células nerviosas (serotonina, noradrenalina, adrenalina, dopamina y otros muchos más). Cuando existe una alteración en su producción, los circuitos que dependen de ellos funcionan mal, ocasionando los síntomas de la enfermedad. Los neurotransmisores, además de las vías del dolor, se encargan también del funcionamiento correcto de otros circuitos, y por tanto, cuando fallan, aparecen los otros síntomas además del dolor.

Recientemente, los nuevos estudios de neuroimagen, realizados mediante la resonancia nuclear magnética funcional, permiten visualizar la activación cerebral de las regiones responsables del procesamiento del dolor, tanto de las áreas emocionales como sensoriales. El análisis de la activación de estas áreas cerebrales en personas con FM ha revelado que presentan, en comparación con sujetos sanos y ante el mismo nivel de estimulación, una actividad cerebral mayor de estas áreas, y que a la misma percepción subjetiva de dolor, la actividad cerebral se desencadena con estímulos de intensidad significativamente más reducida. También se ha observado que con el mismo estímulo se produce una mayor duración de la actividad en algunas regiones relacionadas con el procesamiento emocional. Aunque estas características no son exclusivas de pacientes con FM, observándose también en pacientes con dolor crónico por otra causa.

Factores desencadenantes:

Los factores desencadenantes no se pueden considerar como la causa de la fibromialgia, pero sí pueden ocasionar el inicio de las manifestaciones clínicas, sobre todo cuando actúan sobre personas genéticamente predispuestas. En realidad, cualquier acontecimiento estresante puede actuar como desencadenante (un accidente, una cirugía, una agresión, la menopausia, un problema laboral, etc).

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico se hace por las manifestaciones clínicas que presenta.

La exploración no aporta muchos datos relevantes para el diagnóstico, aunque sí nos sirve para  detectar la presencia de hiperalgesia (mayor dolor del que cabría esperar por la presión ejercida) o alodinia (dolor ante estímulos que no deberían ser dolorosos), signos muy característicos en algunas personas con fibromialgia. La exploración también permite descartar otros procesos como inflamación articular.

Actualmente, para el diagnóstico de fibromialgia no es necesario el presentar dolor a la presión en determinadas zonas del aparato locomotor (los llamados puntos dolorosos), pues con el tiempo se ha comprobado que los puntos no son específicos de la fibromialgia, y cada vez se está dando mayor importancia al resto de los síntomas.

Tampoco existe ningún análisis, prueba de laboratorio o de imagen que permita confirmar o descartar el diagnóstico.

Sin embargo, la presencia de fibromialgia no excluye la posibilidad de que haya enfermedades asociadas, y en algunos casos las pruebas se realizan precisamente para comprobar la existencia de estas otras enfermedades.

Por el contrario, cuando un paciente está diagnosticado de cualquier otra enfermedad, tampoco hay que descartar que además pueda tener asociada una fibromialgia. En muchos pacientes esta dolencia aparece durante la evolución de otras enfermedades y es capaz de enmascarar sus síntomas.

¿Cómo se trata?

El tratamiento con medidas físicas, psicosociales y farmacológicas puede controlar hasta un 95% de los casos.

Es frecuente en este proceso enfrentarnos a distintas fases hasta la aceptación de la situación. La intervención de los profesionales debe ser un elemento facilitador del proceso de adaptación del paciente a la enfermedad.

Para la fibromialgia no existe un tratamiento curativo, por lo que las expectativas deben ir dirigidas a mejorar la situación general y evitar que la enfermedad vaya progresando con el paso del tiempo.

El abordaje debe ser biopsicosocial, es decir, debe ser abordado desde varios niveles, como el social, el personal y el familiar.

Los pasos a seguir para el correcto tratamiento de la fibromialgia son:

- la explicación de la naturaleza de la enfermedad para reducir la incertidumbre y dar a la persona la oportunidad de conocer la fibromialgia. Los pacientes bien informados estarán mejor preparados para afrontar su enfermedad, clínica y emocionalmente, y minimizar sus consecuencias

- Aliviar los síntomas físicos: el uso de fármacos que aumenten la tolerancia al dolor, siempre bajo la supervisión médica.

- Propiciar la manifestación de los miedos, dudas y sentimientos, así como de las necesidades.

- Identificar todos los recursos (personales, familiares y sociales), reforzarlos y ampliarlos y prevenir la claudicación familiar.

- El tratamiento de las alteraciones psicológicas y psiquiátricas asociadas si las hay.

- La educación para evitar los factores agravantes y propiciar los factores que alivian.

- El ejercicio físico y una adecuada fortaleza muscular. Los ejercicios más recomendados son los aeróbicos, que mueven grandes grupos musculares, sin ser extenuantes. A ser posible, el ejercicio debe ser diario, buscando una actividad agradable, que no suponga un stress el hacerlo. Si antes no se hacía ejercicio, debe iniciarse de forma muy progresiva, empezando con muy poco tiempo, e ir aumentando la actividad poco a poco, para evitar el cansancio y el agotamiento muscular.

- Técnicas de relajación. Procurar reservar 10-20 minutos a lo largo del día para oír música relajante, tratar de pensar en cosas agradables o simplemente en nada y el aprendizaje de técnicas de relajación.

- Cambio de comportamiento: Hay fuerte evidencia sobre el efecto beneficioso de la Terapia Cognitivo Conductual sobre el control del dolor, malestar físico y el estado de ánimo en pacientes con la FM.

Impacto de la fibromialgia

La fibromialgia no es una enfermedad progresiva o degenerativa que vaya agravándose con el tiempo. Sin embargo, al tratarse de una enfermedad crónica, existe la posibilidad de que vayan produciéndose una serie de consecuencias negativas sobre diferentes aspectos de la vida, tanto en lo que respecta a la salud (ansiedad, sobrepeso, alteraciones metabólicas), como en  otras esferas de la vida, como la vida familiar (relaciones con la pareja, los hijos/as o con amistades), la vida laboral.

Escrito por:
Dra. Eulalia Gil González. Reumatólogos en Alcalá de Guadaíra

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