Descripción Ébola

El ébola es una enfermedad vírica, actualmente ya transmitida al ser humano en algunas zonas del mundo, que consta de cuatro cepas:

  • Virus bundibugyo (BDBV)
  • Virus ébola (EBOV)
  • Virus del Sudán (SUDV)
  • Virus de la Costa de Marfil (TAFV o CIEBOV)

El virus del ébola es una fiebre hemorrágica viral (FHV), para la cual no hay tratamiento específico, así como tampoco ninguna vacuna, y tiene un alto ratio de muertes. Su aparición se hace en brotes en zonas concretas, más frecuentemente en zonas africanas. 
El ébola inicia sintomatológicamente como otras enfermedades víricas, así como el resfriado común, es decir, presenta fiebre alta, cansancio, dolor muscular severo, cefalea, vómitos o artralgia. En el sistema respiratorio, el paciente presenta faringitis, tos, disnea e hipo. El paciente empieza también a mostrar problemas de comportamiento, así como agitación, desorientación y confusión, depresión, convulsiones e incluso pérdida de consciencia. Además, pueden aparecer hematomas, eccemas, ampollas o erupciones maculares, y cuando aparece la sintomatología hemorrágica el pronóstico del paciente disminuye dramáticamente. En estos casos, la muerte, que puede llevar de 13 a 25 días, no es debida a las múltiples hemorragias o la hipovolemia que se puede derivar, sino al fallo multiorgánico, debido, en términos generales, a la hipotensión, la coagulación sanguínea diseminada y las necrosis. 
Durante el diagnóstico, es imposible distinguir entre la enfermedad vírica de Marburg y el ébola por la sintomatología (es necesario comprobar con muestras de sangre), y es difícil diferenciarla de otras fiebres hemorrágicas, el tifus, el cólera, la septicemia gram-negativa, la borreliosis, la leptosiprosis, la virueala, el sarampión o la hepatitis vírica fulminante. Para hacer el diagnóstico, es imprescindible mirar la historia médica, y las posibilidades de contacto con otros infectados por el virus o especies que lo transmiten al ser humano. 
El tratamiento que se utiliza actualmente para el virus del ébola es paliativo, es decir, se dedica al alivio sintomático, pero no ejerce ninguna cura de la enfermedad. El paciente debe ser aislado de cualquier posible contacto con otras personas para evitar el contacto, y los cuidadores deben utilizar el material necesario para ejercer un nivel de protección biológica de nivel 4 (el más alto). En términos generales, el pronóstico del paciente tiene aproximadamente un 70% de supervivencia, pero este porcentaje varía según la cepa. La recuperación presenta una gran variabilidad entre pacientes, pudiendo llegar a ser rápida y sin secuelas, o dar lugar a pérdida de cabello y piel, dolor muscular y articular, sensibilidad e irritación ocular, entre otros. 

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