Descripción Cortisol


El cortisol es una sustancia que se clasifica como hormona esteroidea o glucocorticoide, que en el cuerpo humano está producida por la glándula suprarrenal. Su liberación responde a un nivel bajo de glucocorticoides en sangre y a la presencia de estrés. El cortisol es una hormona con un importante rol en el metabolismo, dado que actúa en la gluconeogénesis, ayuda al metabolismo de carbohidratos, grasas y proteínas; y actúa, también, como supresor del sistema inmunológico. 

Funciones Cortisol


En el metabolismo de los carbohidratos, el cortisol estimula la gluconeogénesis en el hígado de los aminoácidos, y reduce la utilización de glucosa, contribuyendo a disminuir la acción de la insulina. Además, cuando se encuentra presente a nivel sanguíneo, aumenta la gluconeogénesis a través de la formación de glicógeno, aumentando así la hiperglicemia, pudiendo causar problemas en personas diabéticas. 

En el metabolismo de las proteínas, el cortisol reduce su síntesis y aumenta el catabolismo de las proteínas en las células corporales, exceptuando las del hígado, en las que aumenta su síntesis. Por otro lado, aumenta el nivel sanguíneo de los aminoácidos y las proteínas plasmáticas. Por último, el cortisol inhibe el transporte de aminoácidos a células extrahepáticas, estimulando el transporte a las células hepáticas. 

En el metabolismo de las grasas, el cortisol presenta una función lipolítica, es decir, facilita el efecto lipolítico de las catecolaminas, y aumenta la movilización de los ácidos grasos desde el tejido adiposo, con lo cual, a su vez, aumenta su nivel plasmídico. 

En el sistema vascular, el cortisol es necesario para permitir el funcionamiento normal de la presión arterial en respuesta del efecto vasocontrictor de las catecolaminas, y baja la permeabilidad endotelial de los vasos sanguíneos. 

En el hueso, el cortisol, a largo plazo, reduce el calcio, disminuyendo su absorción del intestino y aumentando la excreción a nivel renal. Además, disminuye la formación de hueso y aumenta la resorción ósea, pudiendo llegar a causar osteoporosis. 

En el estrés, el cortisol es necesario para que las catecolaminas excreten su contenido en acciones lipolíticas. Además, aumenta los ácidos grasos que son necesarios como fuente de energía en ocasiones de emergencia, y aumenta la glucosa en sangre para proteger al cuerpo ante situaciones de hipoglicemia. Es, por otro lado, esencial en el mantenimiento de la actividad muscular. 

En el sistema nervioso, el cortisol afecta en procesos cognitivos, como la concentración, la memoria y el rendimiento intelectual, a través de la modulación de determinados neurotransmisores. 

Por último, en el sistema inmunitario y en las células sanguíneas, el cortisol disminuye el número de linfocitos T, disminuye el número de neutrófilos e inhibe la producción de interleukina-2 y antagoniza la producción de interleukina-1. Una alta concentración de glucocorticoides interfiere con la producción de anticuerpos de los linfocitos B, causando, a largo plazo, una posible atrofia del tejido linfoide. Por este motivo, esta habilidad de los glucocorticoides de suprimir la inmunidad es útil en la prevención del rechazo inmunológico en el trasplante de órganos. 

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